sábado, 20 de mayo de 2017

Respuesta al silencio

Un minuto de silencio se ofrece ante la muerte de una persona. Miles de minutos huecos habrá de cuando el difunto fue callado por escribir. Se quiere mutilar las palabras para esparcir el miedo en el silencio vacío. Puede que ese miedo paralice algunos labios y aseche los escritos, amenace los personajes y deshaga las historias, o peor las haga tan temerosos como intrascendentes. Puede llegar a cambiar decisiones valientes por acciones precavidas. Puede convertirse en asesino de las palabras y las ideas y fomentar la suave liviandad de solo saber para entretenerse. Sin palabras, esta ola negra silenciosa, puede llegar a los libros, a las computadoras, a las páginas en blanco y avanzar hasta hacerse parte de la vida cotidiana e infectar de terror las venas de en donde fluyen las palabras hasta llegar a las ideas. Son oportunos los versos de Fina García Marruz, la poetisa cubana: ¿De qué silencio eres tú silencio? ¿De qué voz, qué clamor, qué quién responde? Abismo del azul, ¿qué hacemos en tu seno, hijos de la palabra como somos? ¿Qué tienes tú que ver, di, con nosotros? ¿Cómo si eres ajeno, así nos tientas? ... La defensa de la dignidad y la libertad exige romper los minutos de silencio paralizante, para que los labios húmedos hablen con la voz que haga falta para cada momento; que las manos escriban las palabras con la fuerza necesaria para que se lean, que la valentía haga resonar los gritos que alejen los miedos del silencio, para dar paso al ruido del debate de las palabras empalmadas de las muchas voces divergentes, que hablan la misma lengua de la libertad. El mejor homenaje a los periodistas, escritores, fotógrafos y trabajadores de las ideas que han sido muertos por el silencio impuesto del terror, es seguir con el apretar de los labios, con el afilado de los lápices, el disparar de las fotos, el escribir las hojas en blanco y el publicar. Las notas que salgan ahora de este silencio que pretende imponerse serán más y mejores, porque son música para la libertad. Y si otro miedo nos sorprende, habrá que hacer otro minuto de silencio y seguir haciendo notas con palabras. El silencio es aterrador cuando se impone. Si el no escuchar es terrible, el no saber es peor. El silencio impuesto ata la mente y asecha a la alegría, es el terror de lo inhumano. El silencio es vacío de todo, ausencia plena, presagio de la angustia. Ese silencio que se impone, mutila la dignidad, degrada la ley, ofende al pensamiento. Octavio Paz decía que cuando en la garganta se desvanece el grito: desembocamos al silencio en donde los silencios enmudecen. No dejemos que los gritos de las ideas se debiliten, hagamos más palabras, más renglones, más párrafos, más ideas, más fotos, ilustremos con valor y seamos sensibles ante la fuerza.

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